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¿Alguien duda de Internet?

Muchos de los que leéis esta tribuna no habíais nacido cuando se abrió la primera tienda de Zara en España: era 1975 y la ciudad elegida, La Coruña. Hoy se ha extendido vertiginosamente y está presente con más de 5.000 tiendas en 400 ciudades de Europa, América, Asia y África.
Inditex es uno de los principales distribuidores de moda del mundo, con más de 100 empresas en el ámbito textil y representado principalmente con ocho marcas -Zara, Pull & Bear, Massimo Dutti, Bershka, Stradivarius, Oysho, Zara Home y Uterqüe.
Pues este gigante de la industria, al que todos reconocemos desde hace muchos años como uno de los mejores embajadores que tenemos de la marca España, ha estado trabajando durante los últimos años en el que puede ser el proyecto más importante desde su origen allá por 1975. Todas las cadenas de moda del Grupo Inditex contarán con tiendas online desde el próximo 6 de septiembre, fecha en la que Pull&Bear, Massimo Dutti, Bershka, Stradivarius, Oysho y Uterqüe inician su actividad comercial en Internet.
Salen al mercado online como nueva vía de captación de ventas en mercados maduros y que aún no tienen una gran presencia de marca. No se busca un canal paralelo al de las tiendas físicas, sino que trata de innovar apostando por un nuevo método de acercamiento al cliente en cualquier zona de nuestro planeta.
Recordaba hace poco el caso inverso en Japón, donde una de las principales distribuidoras de productos de belleza online decidió extender sus servicios fuera de la venta online, pero con una filosofía revolucionaria, adaptado a su visión de ofrecer siempre algo diferente: solo vendían los tres productos más demandados de su portal online, actualizando el escaparate hora a hora.
Cada hora, el empleado cambia la posición de los productos expuestos de acuerdo a las ventas que se producen en la tienda online, incorporando nuevas firmas o manteniendo los productos. Los clientes mandan y lo que se demanda es lo que se expone. No hace falta decir que es actualmente una de las tiendas físicas y online con más demanda en el país Nipón.
Abrir una tienda es fácil. Siempre lo ha sido: alquilas un local, eliges un buen equipo, un producto que represente lo que quieres mostrar y ya solo queda abrir la puerta. Es igual en cualquier ciudad del mundo e igual en cualquier espacio web. Lo importante es como innovo en mi sector.
Zara llegó muy tarde a la venta en Internet. La primera del grupo fue ZARA Home en 2007, quizá por ver si realmente el mercado estaba maduro o si ellos se sentían capacitados para este nuevo reto. Mucho peor fue su marca más reconocida, ZARA, que no fue hasta 2010 cuando se decidió a entrar en la venta online.
Se les ha escapado el tren, pero intentan alcanzarlo en la próxima estación. Algo que ya en 1975 descubrió su fundador en un pequeño pueblo gallego y que vemos como se revoluciona en una gran ciudad japonesa, es lo que realmente da valor a una marca. Estoy seguro que veremos en los próximos meses nuevas formas de entender al consumidor y las nuevas formas de entender el mercado.

Borrarse es desaparecer

Karen Owen, estudiante de la prestigiosa Universidad de Duke, en Estados Unidos, escribió una tesis ficticia a la que tituló: “Más allá del aula: Sobresalir en el ámbito de los estudios horizontales”. En ésta explicaba con todo lujo de detalles sus aventuras amorosas con sus 13 amantes y realizaba un estudio detallado acerca de las capacidades amatorias de éstos, incluso con fotografías y notas de aprobación o suspenso; todos ellos pertenecían al campus universitario en el que ella estudiaba. La tesis, que era un compendio en clave de broma y estaba escrita en formato Power Point, se la envió inocentemente por correo electrónico a tres de sus amigas, con el fin de compartir la broma. El problema surgió cuando una de las tres amigas reenvió el correo a otra persona fuera del círculo. Pocos días después, el correo se convirtió en un fenómeno viral en la Red, con millones de visionados y más de 33.000 entradas en Google para su búsqueda.
Desde que esta tesis se hizo pública en internet Owen no volvió a dar señales de vida a través de la red. Una broma de este tipo es propia de universitarios y hace 20 años, si hubiera sido escrita en papel, hubiera sido motivo de comentario entre tres amigas y, a lo sumo, hubiera llegado a otras 30 personas, pero su difusión no hubiera pasado a mayores.
El correo electrónico es una herramienta de uso común y los mensajes de contenido morboso despiertan la atención de la mayoría de los usuarios a los que el contenido de éste les llega de manera inmediata y gratuita. Es muy difícil establecer un control sobre la información que se propaga a través de la red.
Owen era usuaria habitual del correo electrónico, como cualquier universitario, y también de redes sociales como Facebook y Twitter. Debiera haber conocido el alcance de propagación de este tipo de mensajes. Desde que las redes sociales tomaron gran relevancia en internet, sobre todo entre los jóvenes, la vida parece cobrar un sentido diferente. De hecho, Facebook cuenta con 500 millones de usuarios y ha alcanzado tal relevancia entre el público que ya cuenta con una película en la que se escenifica la historia de su formación y origen. Asimismo, los jóvenes alardean entre ellos de la cantidad de amigos que consiguen a través de las redes sociales, convirtiéndose incluso en una competición por número de contactos. Es absurdo, pero forma parte de la realidad.
Y todo esto forma parte de la generación de internet a la que, por cierto, pertenece Karen Owen. Es difícil conocer en qué manos pueden caer nuestros comentarios, opiniones, fotografías y demás datos privados que enviamos a través del correo electrónico y, mucho menos, la información que publicamos en las redes sociales, y las consecuencias de este descuido pueden llegar a situaciones como la que ha vivido Owen.
De momento, Owen no da señales de vida; ha borrado todos sus perfiles de Facebook, Twitter y demás redes sociales, ES DECIR, HA DESAPARECIDO.

Alejandro Suárez Sánchez-Ocaña
CEO Ocio Networks

Rezando para que no me toque

Estos días en mi país, miles de internautas han lanzado desde sus ordenadores millones de ataques contra las webs de un organismo del Ministerio de Cultura y de una patronal discográfica, consiguiendo que estuvieran inoperativas durante horas. Este ataque, según afirmaba el grupo de internautas que lo provocó “Anonymous”, fue un acto de protesta contra las leyes que persiguen a las páginas de descargas de material protegido con derechos de autor. No es la primera vez que ocurre, pero anteriormente los medios de comunicación no se hicieron eco de la noticia con el fin de no alentar a más internautas a unirse a este grupo, o realizar acciones similares.

El debate no se ha hecho esperar entre los que lo acusan de ciberbandalismo y los que lo defienden como una mera y legitima forma de protesta. Lo cierto es que la repercusión mediática que ha provocado ha sido mucho mayor que cualquier acto de protesta al uso.

Una de las características de internet es que la información fluye con gran velocidad y el control sobre ésta es muy difícil de mantener. La libertad de expresión impera en la red siempre que el contenido de una opinión no constituya un delito, por lo tanto los actos de protesta, bajo este punto de vista, deberían ser lícitos. Muchos internautas utilizan la red para manifestar  abiertamente su opinión sobre el Gobierno y las entidades públicas y privadas, y más con la proliferación de las redes sociales, donde el ciudadano explota su poder real. De hecho, no hace demasiadas fechas, una gran firma de ropa estadounidense, se veía obligada a no cambiar el logo de su empresa por las numerosas protestas de sus fans manifestadas a través de Facebook, emails y Twiter.

Pero el hecho de expresar una opinión en la red sobre una entidad es bien distinto a bloquear una página porque no me gusta su contenido, o lo que ésta representa; el límite está bien claro y es obvio. Los sitios webs que viven de la publicidad y algunos medios de comunicación deberían preguntarse si han de dar cabida a este tipo de noticias o no,  qué pasaría si mañana una opinión manifestada en una web de un periódico no gusta a este colectivo y al día siguiente esta página aparece bloqueada por un ataque de denominación de servicio, conocido como “DOS”. ¿Lo veríamos como ciberbandalismo o como una legitima forma de protesta?

Existen organismos que despiertan la antipatía de numerosos colectivos e internautas y emitir opiniones al respecto de sus acciones me parece lícito y entra dentro de la libertad de expresión que caracteriza la red. Pero resulta agresivo, ilícito e intelectualmente débil, manifestar una opinión bloqueando un sitio web, utilizando herramientas agresivas  de manera anónima, sin dar la cara, y el hecho de calificar a este hecho como un nuevo acto de protesta similar a las manifestaciones en pie de calle, “haciendo uso de la libertad de expresión”, es simplemente un despropósito.

Estamos en un terreno muerto, en el que hasta que no entren en vigor nuevos códigos penales estos actos no serán considerados un delito y, por tanto, las autoridades como los tribunales no pueden hacer demasiado al respecto. Y mientras esperamos a que pueda ser penado por la ley, los proveedores de contenido estamos desprotegidos y solo podemos emitir nuestra opinión al respecto, rezando para que no me toque a mí.

Seduciendo al inversor

Quien esté montando una Startup o quiera hacerlo y su objetivo sea seducir a un inversor privado -Business Angel-, debería tener algunas cosas en cuenta. Lamentablemente, los inversores y los emprendedores hablan lenguajes diferentes y tienen motivaciones igualmente distintas. Tal vez por eso no sólo sea un ejercicio saludable, sino además necesario, ponerse siempre en la piel del inversor. Es necesario ver con qué tipo de inversor se trata y validar mentalmente si su perfil es el que necesitamos y lo que puede aportar a nuestro proyecto.

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El tamaño no importa (al menos en publicidad online)

Escoger una agencia de publicidad que se adecue a los perfiles de tu proyecto web es fundamental en el sector online.

Una agencia es como una novia y, como tal, deberías valorarla y ver si te conviene antes de elegirla, ya que podrías acabar casándote con ella. Sé que alguien considerará sexista la comparación, pero es muy gráfica.

En primer lugar, no todo es la fachada; a lo mejor, se debe mirar un poco el interior. Una gran agencia de muchas oficinas, que cotiza en bolsa, con 50 empleados y grandes estadísticas puede que no sea –o sí- la que necesitas.

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