La desconfianza es una de las características que define a los consumidores cuando hablamos de comprar a distancia. Necesitamos ver, tocar y hasta oler lo que compramos y, a veces, ni siquiera eso es suficiente. No obstante, un estudio reciente indicaba que el mercado de comercio electrónico ha crecido bastante durante los últimos días. Así lo constatan los datos obtenidos este último año en mi país, por ejemplo, donde el ecommerce ha logrado la cifra récord de 7.317,6 millones de euros, lo que supone un 27,2% más que el año anterior.
El comercio electrónico, a pesar de la crisis, crece. Parece que el comercio electrónico está madurando y avanza decidido. Otra prueba de ello es el creciente interés que está despertando el sector por parte de los inversores. Recientemente se han hecho públicas importantes inversiones en el sector de Internet en sitios puramente de comercio electrónico, como SinDelantal, Mumumío, MeQuedoUno o El Tenedor, entre otros.
Cada vez son más quienes, sabedores de este crecimiento e influenciados por la crisis, deciden dar el salto al comercio a través de Internet, desencadenando un aumento importante de la oferta y la competencia. Hay quienes declaran que sus competidores han llegado a multiplicarse por 200 en los últimos meses.
En este escenario, la clave para tratar de vender más pasa por ser capaz de utilizar herramientas que aporten valor añadido a la tienda online y que permitan diferenciarla de las demás. Si en este proceso podemos incorporar al consumidor, mejor que mejor; la relación directa e inmediata que puede establecerse a través de Internet con un comprador es una de las principales ventajas que puede aprovechar el comercio electrónico.
Resulta bastante sencillo disponer de los mecanismos oportunos para que el comprador indique qué le parece una tienda o lo que compra en ella: los ejemplos más clásicos son los comentarios o votaciones sobre productos y está comprobado que ayudan a decidirse a los usuarios y que mitigan en gran medida esa desconfianza mencionada anteriormente. Además, no debemos perder de vista la posibilidad de vincular la propia tienda con las redes sociales. Básicamente es lo que plantea el Social Commerce: ayudarse de los medios sociales para vender más en Internet. Permitir que un usuario comente en la tienda está bien, pero permitir además que ese comentario se vuelva viral gracias a Facebook o Twitter es mucho mejor. Muchos comerciantes tienen miedo a que esto se vuelva en su contra, ya que también sirve para quejarse y hacer públicas malas experiencias. Pero mientras ellos le dan vueltas al asunto, otros ya han decidido convertir esa amenaza en un canal para mejorar y se han adelantado en la carrera por llegar al cliente y conseguir su confianza.
Asimismo, al margen de invitar al usuario a aportar información, no debemos olvidar que su paso por la tienda online deja un rastro cuyo análisis puede revelar una información valiosísima. Saber de dónde viene, por dónde ha pasado, qué ha hecho en la web (votar, comentar, añadir algo al carrito, etc.) o hacia dónde se ha ido, son sólo unos pocos ejemplos de todo lo que se puede medir en la tienda online. Esta información ayuda a conocer mejor al cliente y puede utilizarse para ofrecer una experiencia personalizada. El referente en este sentido es Amazon, que ha hecho de la personalización su seña de identidad, ofreciendo recomendaciones de productos o campañas de correo electrónico también personalizadas gracias a las cuales ha aumentado sus conversiones, ya que ofrece en todo momento lo que sabe que es más probable que vaya a interesar a sus clientes.
Sólo falta que las tiendas online empiecen a vender a precios realmente más competitivos que las tiendas físicas, que su oferta de productos sea mayor y que la logística acorte los plazos, para darle al comercio electrónico un empujón más y situarlo por delante del comercio convencional.